Ya he dado mi introducción bajo la sábana que no me permite gritar en silencio, en el lenguaje en el que nadie me entiende y en el que puedo exponerme sin tener que desnudarme.
Me encuentro sola, cansada y árida.
Soy mi única compañía bajo las luces de mi cuarto, soy lo más cercano a mi corazón y aun así me cuesta trabajo disfrutar de mi propia presencia.
Veo todo a mi alrededor esperando encontrar algo más interesante y termino con un nudo en la cabeza porque me olvido donde estoy.
Hoy no siento nada, nada me duele y nada me alegra.
Cuando caiga la noche tendré una nueva herida; la que tendrá que sangrar en silencio, bajo mi techo opaco, y sin la luz de la luna.
Abriré mi cortina y nuevamente el polvo me abrigará hasta que la sangre seque, y ya no sienta nada otra vez.
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