Dicen que los ojos son el reflejo del alma,
pero en los tuyos
solo encuentro una extraña mezcla
entre la distancia de la indiferencia
y la atracción del amor.
El repudio de tu mirada detona contra mi pecho,
pero luego pestañeas
y tus ojos se visten con una pureza angelical,
tan inmaculada como tu sombrío aborrecimiento.
Com tus drásticos cambios
me mantienes en una lenta agonía,
obligándome a permanecer bajo tu manto.
Quisiera conocer tus razones
así comprender el rosal de tu alma,
que con sus espinas me desgarra
pero con sus pétalos me seduce.
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