Alone

A veces se preguntaba que hizo mal.

Debía haber sido algo muy específico y tal vez erróneo para acabar en una celda mental como esa, rodeado del silencio y la miseria. Envuelto en una oscuridad que de a ratos parecía hacerse más y más pesada. Como si algo estuviera moviéndose a sus alrededores, recordándole que estaba en el peor punto de su vida. No había mucho que hacer más que mirarlas danzar a un costado, perdido entre sus malos pensamientos e intentando abrazarse a sí mismo para no caer en el frio de su nuevo hogar. Con los pocos muebles que había a sus costados y una sola luz en el centro del techo era difícil sobrevivir en el calor que acostumbraba en el pasado. Ya no existía la libertad, ni el observar por la ventana de su vieja habitación como el mundo pasaba por delante de sus ojos. Ni siquiera era capaz de moverse por ese pequeño espacio sin que el exterior quisieran aplacarlo.

Era horrible estar encerrado, pero al mismo tiempo, algo le decía que tal vez era la mejor opción. Ya no tenía nada que perder porque lo que podía dejar atrás le dio la espalda cuando más necesitaba. Y no se refería solo a lo material, como el colapso de dinero que tuvo mucho antes de ingresar a ese lugar. También hablaba de personas que siempre pensó estaban de su lado y que al parecer terminaron por demostrarle que todo era una tapadera. Un humo que le hizo creer que podía tener todo, antes de caer en picada y perderlo sin siquiera poder contra atacar. Para ese punto de su vida parecía que había perdido incluso hasta su alma.

Tal vez fue una mala idea confiar en su mejor amigo. Su ex mejor amigo ahora. Un muchacho de su misma edad, ciudad, y rango económico. Ambos siempre habían sido tan parecidos que dolia, llevándolo a pensar que había encontrado la perfecta mitad que le faltaba. Y lo creyó firmemente hasta hace al menos un año, cuando todo se fue al demonio y sufrió la peor traición que alguna vez pensó. Porque cuando no había nadie estaba él. O al menos así aseguro siempre, hasta que la persona a quien le confiaba la vida termino por clavarle un puñal en la espalda de la manera más dolorosa. Algo que no vio venir y que sinceramente no estaba segura de poder perdonar.

Algo que lo envió al lado más oscuro de su mente, preguntándose que había hecho para terminar como termino. Encerrado en un cuarto tan depresivo como su mente, que le recordaba a cada minuto que no debía confiar en nadie. En nadie más que en sí mismo.

Porque la vida era injusta.

Y te golpeaba cuando menos lo esperabas.