Soy un ánima exánime, desprovista de delicadeza en mis grafías;
habita en mí una furia silenciosa, una vorágine inefable que se
agita en la sima de mi ser. Mis palabras son mi único sustento,
mientras la vitalidad en mis venas se desliza con celeridad indómita,
dejándome exhausto, desvaneciéndome en cada trazo.
En esta agonía existencial, me encuentro al borde del abismo,
buscando refugio en la escritura, un acto solitario que se convierte
en mi última compañía. Cada letra que inscribo en el papiro de mi
desolación es un intento desesperado de transmutar mi soledad en
un eco resonante de humanidad. Pero, mientras la tinta se derrama,
también lo hace mi esencia, desmoronándose en un lento declive, un
crepúsculo inevitable que devora la luz que una vez me habitó.
Léeme, pues, como un epitafio viviente, un vestigio de lo que fui, antes
de que el olvido me reclame en su abrazo sombrío. Imagina mi ser
desgarrado, deshaciéndose en cada palabra, pero también renaciendo
en ellas, un alma en perpetua danza entre la creación y la disolución.
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DAGAFINO
En mi habita en mí una furia silenciosa, una vorágine inefable que se agita en la sima de mi ser. Mis palabras son mi único sustento.
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