mobile isologo
    buscar...

    Alma

    mateo

    Jun 15, 2025

    60
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    El alma no mide el tiempo.

    Mide la intensidad.

    La  honestidad.

    La expectativa depositada en aquello, que por primera vez, se creía que podía ser real.

    Aquello que se sentía como si el corazón te fuera a explotar. Porque realmente querías creer. Porque deseabas con cada fibra de tu ser, que por una vez, algo bueno te iba a poder pasar. Por una vez algo se iba a quedar.

    Pero empecé a entender que no todos estamos destinados a sentirnos de esa manera. Que no todos corremos la suerte de poder experimentar una felicidad plena que nos rebalse como un río después de una noche de tormenta.

    Hay personas, como yo, que no estamos preparados para eso. No nacimos para recibir, aunque sea una parte, de todo lo que damos. Nacimos para ser parte del proceso, para sanar, para reconstruir aquello que no derrumbamos, aquello que sin pedirnos, y sin pensarlo, pusimos curitas porque nos salió del corazón. Nacimos para ser la sala de espera. La espera de un amor real, para ese otro.

    Y eso me aterra. Me carcome de angustia por dentro.

    Me aterra pensar en que nunca voy a conocer lo que se siente que alguien te mire con los mismos ojos con los que vos lo miras, me aterra pensar en la posibilidad de quedarme estancado eternamente en esa sala de espera.

    Taylor Swift lo dice mejor que nadie: es agotador esperar confesiones que nunca llegan. Es abrumador creer constantemente que, por una vez, sos la excepción cuando no es así. Porque sos consciente que siempre vas a relacionarte con personas que no te corresponden, que no tienen la madurez suficiente para enfrentar lo que siente o de poner un fin decente y no dejarte repleto de preguntas.

    Y eso, tal vez, sea culpa mía. Tal vez tengo síndrome de Charlotte York y creo que el príncipe azul existe. Que está allá afuera esperando para venir a rescatarme del castillo que yo mismo cree y que puse como custodia a mis propios demonios. Que tiene la capacidad de sentir sin tener miedo, que puede mostrar su vulnerabilidad de la misma manera que yo, que es coherente con sus acciones, que no lastima ni te deja pensando en: ¿Por qué nunca es suficiente?

    En definitiva, Charlotte consiguió a Harry Goldenblatt. Su príncipe azul. Y yo... sigo esperando el mio. Si es que hay uno.


    mateo

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión