"Fue hace mucho tiempo" dice Adam, el protagonista. "No importa" le responde Harry, su vecino y nuevo amante. Se trata del momento en el que le cuenta que sus padres fallecieron en un accidente automovilístico cuando él tenía apenas doce años. La respuesta compasiva de Harry quizá refleje el tema central del film: cómo el tiempo puede desdoblarse, ser elástico, funcionar de otros modos, cuando se trata del dolor, del duelo, pero también del amor. El drama de Andrew Haigh (Weekend, Lean On Pete, la serie de HBO Looking), basado en una novela japonesa de 1987, retrata un corto lapso de tiempo en la vida de un guionista que, durante el intento (difícil) por escribir una obra autobiográfica familiar, comienza a visitar la casa de sus padres una vez que descubre que puede estar con ellos allí, con sus padres como los recordaba, siendo él un hombre adulto, recuperando tiempo y sanando, aparentemente, viejas heridas. Todo esto mientras, en otra línea narrativa igual de importante, comienza una relación sexo-afectiva con Harry, un extrañísimo pero encantador vecino en el --igual de extraño-- edificio londinense (por lo demás vacío) que comparten.
Todos los elementos que hacen a este film construyen una sensación de extrañeza, de que algo inquietante sucede; una sensación que no se abandona en ningún momento, como si estuviésemos viendo algo que no termina de ser la realidad, algo onírico, muy cercano pero no del todo "correcto" (bien podríamos considerarlo realismo mágico). La idea del doble (en los espejos, los reflejos), el juego simbólico de luces cálidas y frías, los no-lugares (el ascensor, el subterráneo, el tren: lugares de tránsito), la banda sonora sombría de Emilie Levienaise-Farrouch (Censor, 2021), los cortes abruptos en momentos culminantes de lo supernatural. Todos elementos quizá no particularmente originales, pero ejecutados eficazmente para lo que se quiere contar, sin caer realmente en clichés pero tampoco en amagues tímidos: a diferencia de otras películas independientes con toques scifi, All Of Us Strangers, en su pretensión de drama, no deja de hacerse cargo de sus elementos supernaturales, sin miedo a arriesgarse en la construcción de un verosímil tan particular.
Lo que hace Andrew Haigh con este film es hablar, a partir de una historia de fantasmas, del duelo a través del tiempo, de cómo podemos permanecer sin darnos cuenta en un loop de dolor, de angustia irresuelta (de trauma, en definitiva). Pero el director también inserta en esta adaptación otras conversaciones que, evidentemente, le interesan: el clóset, el orgullo (la charla entre Adam y Harry acerca de los términos queer y gay es tan sencilla como lúcida), la soledad masculina y, en este sentido, el rol a ocupar en una familia. Adam es un protagonista perdido, sin sentido alguno de pertenencia, y esto es así incluso desde el punto de partida del relato. La relación entre Harry y él pareciera dejar entrever la posibilidad de otro destino, de una vida en compañía. La dinámica entre Andrew Scott y Paul Mescal es algo a valorar, el juego físico que comparten sus personajes consolida una relación tanto erótica como amorosa entre dos hombres solitarios que parecen haber encontrado lo que estaban, silenciosamente, buscando. Asimismo los planos de Haigh demuestran una vez más la capacidad del director para representar escenas de profunda intimidad. Scott y Mescal son decisiones de casting acertadísimas; dos rostros capaces, en muy pocos gestos, de una tristeza dulce, apagada y oculta. Dos de los hombres más sensibles (en este sentido, al menos) de Hollywood. Jamie Bell y Claire Foy completan el modesto cast de un modo igual de bello, con la interpretación entrañable de unos padres fantasmas atravezados completamente por el amor --complejo-- a su único hijo. Por momentos las escenas del encuentro supernatural en esa casa de los suburbios parecieran casi poder entenderse como un ejercicio new age de constelación familiar, pero la película sale airosa demostrando que la trama es más que una excusa para hablar del duelo, concluyendo en un clímax eficaz que se hace cargo de su identidad como historia de fantasmas, que es consecuente con su propia trama pero que al mismo tiempo no tiene la obligación de explicar demasiado. All Of Us Strangers es un breve viaje, una visita a un hombre en crisis capaz de entrar en contacto con otros "planos", un recorte de una extraña vida. Es supernatural, es poderosa y conmovedora, y lo es sobre todo por sus modestas pretensiones, por los límites precisos del mundo íntimo creado.
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