Algún día, tal vez

Algún día, alguien —quizás—

va a saber dónde están mis lunares.

No solo los del cuello o la espalda,

sino esos que ni yo recuerdo

hasta que me los descubren con cariño.

Esos que nunca nadie señaló

como si fueran importantes.

Como si yo lo fuera.

Algún día, alguien —quizás—

va a recordar que me gusta el café bien caliente

y no muy dulce,

que hay una canción que no puedo escuchar

porque me recuerda a mí,

a esa versión que lloraba

sin saber aún por qué.

Va a saber que odio los gritos,

pero que a veces los necesito.

Que me enojo en silencio

y que el silencio, conmigo,

puede ser un laberinto.

Algún día, alguien —quizás—

va a saber que me enojo cuando me ignoran,

pero me hundo cuando me miran demasiado.

Va a notar cómo se me arrugan los ojos cuando río,

y que solo río así

cuando no tengo miedo.

Va a entender que no abrazo por costumbre,

sino por urgencia.

Que abrazo con miedo,

porque todo lo que amo se rompe

o se va.

Que me tiembla el alma cuando digo

"quedate",

y que, aún así,

no sé pedirlo bien.

Y pienso:

nací para ser recuerdo

de nadie.

Que mi voz va a morir en mi garganta,

sin haber sido nombre en la boca de otro.

Que mis gestos, mis rituales,

mis secretos diminutos

se irán conmigo,

sin haber sido compartidos nunca.

¿Y si eso es el amor?

¿Saber que existo entera para otro,

y que ese otro

jamás llega?

Me digo, a veces,

que alguien vendrá.

Que va a notar el modo exacto

en que me detengo antes de cruzar la calle,

por miedo a no llegar al otro lado.

Pero otras veces,

como hoy,

me convenzo de que no.

De que amar así como yo espero

no le pasa a todos.

Y que lo mío, quizás,

sea amar sola.

Recordar sola.

Saberlo todo de alguien

que jamás sabrá nada de mí.

Y entonces me acuesto,

con la esperanza rota

entre las costillas,

y preguntas sin respuestas.

Y me digo -sin voz, sin fe-:

¿y si no llega nadie...?

si ese "algún día" nunca cruza la puerta...?

Entonces me duermo,

con el corazón hecho un nudo,

y un deseo simple:

que mañana

el dolor pese menos

que la esperanza.