No tenía idea que era tan poco libre. Vivo atrapada en mi propia moral, mucho más exigente que la que rechazo. ¡Cuánta contradicción! De pronto vi en mí el muy claro reflejo de algo parecido al control social que ejerce la religión en el mundo.
Estoy harta de mi estándar inhumano. Creo que mi rasgo insoportable como pareja es someter a otros a la misma exigencia que me someto a mi. Con razón, por eso no aguantan nada... Pobres tipos, nunca vieron algo así, yo solo lo soporto porque estoy acostumbrada. ¡Qué cosa la costumbre!
¿La satisfacción y la tranquilidad de hacer las cosas bien vale toda la culpa de cuando no las hacemos?
Hoy quiero hacer las cosas mal, tener esa libertad. No quiero recostar la cabeza en la almohada y dormir tranquila. Si igual no duermo, tengo insomnio.
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Lucía
Me animé a publicar cuando leí que escribir, publicar y que te lean es la combinación salvadora. Uruguaya.
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