Escucho el eco de unos gritos, alaridos mas bien.
Suenan desde un lugar lejano y obscuro, los alaridos me perturban y no me permiten existir. Resuenan tan alto, que yo ya no existo. Me envuelven y no permiten que se me escuche, nadie me oye y nadie podrá encontrarme jamás.
Intenté gritar, pero los alaridos consumieron mis lamentos. Son fuertes y una vez que te envuelven no se les puede vencer. Vienen de lo más hondo, lo más profundo, del abismo más negro.
No me dejan salir, estoy atrapado y no me dejaran huir. Me perseguirán durante toda mi existencia, y nunca podré librarme de los alaridos malditos.
A veces te dan un respiro, a veces crees que ya no están...
Pero todo es mentira, un engaño para golpear con fuerza y arrastrarte con facilidad al abismo más negro. No quieren que me marche, no quieren dejarme ir y siempre estarán aquí.
No sé porque, no sé el que, pero algo... algo está roto.
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