Dicen que la vida es corta. Mentira. Es larguísima cuando no sabés qué carajo estás haciendo.
Ordenar no es solo tener la cama hecha: es poder dormir en paz.
Progresar no es subir una escalera imaginaria, es no seguir cayendo en el mismo pozo.
Cuidar el crédito también es salud mental. Cambiar de trabajo no es inestabilidad, es dignidad.
Y el trabajo ideal no es el de tus sueños: es el que no odiás cada lunes.
Ir al cine, leer un libro, comer algo rico. No es ocio, es resistencia.
Compartir con amigos, llorar en grupo o reírse de uno mismo. Eso también es crecer.
Aprender algo nuevo aunque no sea útil. Estudiar sin perseguir títulos, sino respuestas.
Cultivar el saber como quien riega una planta que ni sabe si va a florecer. Pero la riega igual.
Encontrar el sentido no es una meta, es una excusa para no rendirse.
Desarrollar el carácter es conocerte cuando no te bancás ni vos.
Y la sexualidad no se "descubre": se habita.
El talento no se busca, se practica. Y el ego... ese bicho, mejor tenerlo domesticado.
Saber cuándo seguir y cuándo soltar es más importante que llegar.
Saber cuándo quedarse y cuándo irse, también.
Y no todo lo que te enseñaron en casa era sabiduría. Algunas cosas eran trauma, disfrazado de consejo.
Esto no es una receta de éxito. Es sentido común.
Que a veces, es el menos común de los sentidos.
Bueno ya hago silencio...

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