¿Para qué mortificar mi dulce inspiración
con tretas inicuas que nacen del pensamiento?
domina en mi poesía una ardiente rebelión
contra todo status quo
y contra todo estigma,
pero contaminadas han sido mis palabras con el tiempo,
manchadas de aforismos,
de conclusiones adelantadas,
de la pretensión más perversa: la de poseer la verdad;
se han marchado gran parte de los amigos
y gran parte de la vida
para bien mutuo, pequeño empieza a quedar mi pecho,
cuatro paredes de orgullo hinchado,
creo en lo que creo
y mi convicción es indestructible,
por eso dudo, todo cae en saco de sospecha
cuando blanden la bandera de treguas no pedidas,
yo por mi parte acudo a la serenidad
o lo poco que queda de ella,
pero sigo con temor de que se fracture de nuevo el día,
y, que me traguen nuevamente
mis inseguridades, mi mar de olvido,
la soledad que aflige, constatando los años
de agrave constante contra mi pobre espíritu;
voy a salir a buscar el punto final
y todo aquello que he perdido, todo aquello que no se ha ido
pero que dejé en el camino,
voy a negociar con el demonio de la resignación
para que me deje ser finalmente
el poeta que parte hacia las fauces de su destino.
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