Vivo el autismo mal. De todas maneras vaya uno a saber lo que es el autismo. O, peor, lo que es un autista. La condición (o el trastorno, qué más da), llega tan teñido de otras problématicas que uno ya no sabe si su depresión, su sueño alborotado, sus enfermedades y trastornos que vienen por añadidura son propios de la condición o son la conclusión de una vida de mierda. Estoy viendo muchos autistas, cada vez más. Se abrió la puerta del closet de la salud mental. La divergencia genética le está o le estará ganando en breve a la normalidad, a la neurotipicidad. Serán ahora ellos los anormales. Tendrán que apagar sus músicas fuertes, sus bocinas, sus motos chinas gigantescas. Los trabajos serán comandados por gente rara, con poca expresión facial, con un extraño gusto por temas específicos. Serán trabajos silenciosos, guiados por la norma que nos guía como un imperativo: sólo conversaciones funcionales. Se podrá tener un descanso de dos horas después de una hora de trabajo. Las casas tendrán un cartel que diga: no saludamos ni ahora ni en los cumpleaños y nos gustan las conversaciones persona a persona. Y nada de andar gritando ni hacer sobremesa. Seguiría escribiendo pero ya estoy pensando en otra cosa. Nos vemos pronto.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoFernando Marasso
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Profesor en Teología. Autista.
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión