te estás despidiendo.
me lo decís cuando estamos compartiendo un viaje, vamos en el mismo auto pero el abismo que hay entre nosostras me da la misma sensación que hablar por llamada, una alejada de la otra, como si mi presencia te pareciera desagradable, me parece sorprendente que siquiera hubieras querido compartir un espacio conmigo todo indica que fue para eso, para despedirte.
mandas audios como si yo no supiera por tu tono de voz y palabras lo que queres decir realmente, después me sacas charla y vas guiando lentamente la conversación a dónde querés.
sé lo que dije, se que quizás no era lo que pensabas de mi, no quería hacerte sentir mal de ninguna manera.
me decís todo lo que pensas, pero el tiempo se termina para las dos.
cuando vuelvo en mi solo escucho el ruido de las suelas de mis zapatillas arrastrandose contra el asfalto, no hay mas ruido que ese.
la opresion que siento en el pecho no me deja concentrarme en las ultimas palabras que nos dijimos y la oscuridad del ambiente no me dejaba saber si era tu rimel corriendose o solo un perverso juego de sombras.
las mismas cuadras que corrí hoy para verte se hacen eternas en el camino de vuelta, como si fuera una ruta completamente distinta.
quizás no son las cuadras y soy yo, soy el camino eterno que cambia siempre y nunca se siente igual.
el camino por el que nunca vas.
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