todos somos un poco estúpidos
y aletargamos la estadía fingiendo
que el café no quemó la lengua,
que no dudaste al girar a la izquierda,
que perdiste el tren de las 07:38 am,
que te gusta el sabor del cigarrillo,
que tu película favorita es alguna francesa
indie a más no poder
y no una comedia musical taquillera,
entonces un día cantás la serenata más melancólica
y te das cuenta que no tiene mucho sentido
replantearte la vida por un amanecer
y que te distraés pensando
en el accionar social de las hormigas
para esquivar tu miedo a amar,
entonces te cagás de risa un rato
y reflexionás de nuevo
sobre lo largas que son las filas del supermercado,
siempre esquivando el interrogante,
al final te acostumbras a ser errante,
es la estabilidad de la autocensura
mezclada con el recelo a la ternura.
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