se sabe en mi familia que somos propensos a la adicción
el alcohol y el cigarrillo parecen estar impregnados en la genética
y hace poco caí en el hábito de un cigarrillo de vez en cuando
nunca me ví crecer en lo que detestaba ver en casa
nunca me ví ceder en lo que más daño me causó
y a veces no sé si hablo del humo del cigarrillo en mi ropa o de tu perfume sobre mí después de verte
ese cigarrillo que compartíamos y los chupones violetas en mi cuello
mi espalda rasgada por tus uñas y el sabor a tabaco en mi boca
tus ojos achinados cuando sonreias y el aroma a sandía cada vez que fumabamos
con miedo a caer en una adicción que oscureceria mis pulmones
caí en una adicción que desgarró mi corazón
y cada atado de cigarrillos que compré tenía tu nombre escrito en la caja
y como buena adicta, ningún daño que me hicieras podía forzarme a soltarte
pero vos tampoco queres dejarme ir
pareciera que disfrutas el humo que sale de mi boca
y tal vez nunca voy a entender por qué me necesitas si no sos capaz de amarme
cuando me decido a dejarlo
volves a mirarme con ese brillo en tus ojos
volves a hablarme con ese dulzor en tus palabras
y de vuelta saco el encendedor de mi bolsillo
y siempre a medio cigarrillo
siento el daño de tu falta de querer
del lugar que no tengo en tu vida
y en mi última pitada me prometo que este era el último que iba a fumar
tiro la colilla y al subir la mirada
se repite tu accionar
y como buena adicta, vuelvo a fumar
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