Se mancha la alfombra por las cenizas del dolor,
el filo de la hoz atraviesa sus hilos,
corta la fe,
se olvida el color
con el caer de la agonía en un mundo que ya no se sabe lo que es.
A lo mejor no es lo peor,
pero deja de estar bien,
las grietas de las almas ya se notan por encima de la piel.
Duele, sabemos que duele,
y que duela es lo normal,
la herida no cierra y quizás nunca vaya a cerrar,
¿Por qué esto no puede cambiar?
Deseos robados,
un brillo que le fue quitado a toda estrella fugaz.
Fácil desalentarse, difícil estar a flote,
complicado seguir adelante, sencillo ignorar los problemas,
aunque resuene en cada tejido,
a cada minuto,
cada segundo,
hasta el último latido,
el castigo de vivir buscando un sentido a una vida tan injusta.
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