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Acné, Alopecia y SOP: cuando el cuerpo habla más fuerte que las palabras

Vidalina

Aug 25, 2025

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Acné, Alopecia y SOP: cuando el cuerpo habla más fuerte que las palabras
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Cuando me preguntan a qué edad empezó a caerse mi cabello, siempre respondo: a los 12. Lo sé porque hay una foto de esa época en la que ya se asomaba el primer espacio en blanco entre mis cabellos. Un espacio tan grande como el bullying que recibía de mis compañeros cuando me decían que en mi cabeza se podía estacionar un aeropuerto entero o como cuando mis hermanos, en tono burlón, me llamaban “La calva”.

La alopecia no llegó sola. A su lado venía el acné, erupcionando en mi rostro como volcanes que no me dejaban olvidar que estaba en plena guerra con mi propio cuerpo. Imaginen a una niña bajita, nerd, intentando que esos "defectos" no pesaran tanto, mientras la adolescencia añadía más cambios. Años después, un diagnóstico de SOP terminó de confirmar lo que ya sospechaba: que mi sistema hormonal y nervioso eran un caos en constante batalla.

No fue fácil crecer con desbalances, con un cuerpo que no respondía al ideal esperado, con una autoestima golpeada cada día frente al espejo. La universidad fue un nuevo campo de lucha: entre la biblioteca, el vértigo de un mundo desconocido y yo, obligada a convertirme demasiado rápido en mujer mientras aún cargaba con la fragilidad de una adolescente.

Al principio lo viví con enojo, con frustración, incluso con vergüenza. Me costaba entender por qué mi piel, mi cabello y mis ciclos se volvían un campo de batalla. Pero poco a poco descubrí que no eran enemigos: eran mensajeros. El acné me mostró la necesidad de mirarme más allá de la apariencia; la alopecia me obligó a reconocer que mi valor no depende de lo que el espejo me devuelve; y el SOP me enseñó que la vida también tiene ritmos distintos, que no hay un solo camino para ser mujer.

He pasado por médicos, tratamientos, cambios de alimentación, lágrimas frente al espejo y también abrazos sinceros de quienes me recordaron que yo soy mucho más que mis "defectos". Y aunque aún sigo en este viaje, aprendí algo profundo: cuando el cuerpo habla, merece ser escuchado con amor, no con rechazo.

La reflexión surge entonces:
¿Y si dejamos de ver estas condiciones como defectos y empezamos a verlas como lenguajes? ¿Y si el acné es una invitación a la aceptación de la propia piel, la alopecia un recordatorio de que somos más que la imagen, y el SOP una oportunidad para reconectar con el ciclo de la vida, aunque sea distinto al de la mayoría?

El camino no es sencillo. Implica médicos, hábitos, apoyo emocional y, sobre todo, la decisión de tratarnos con amor en lugar de con rechazo. Porque al final, lo que más sana no siempre es la crema, la pastilla o la dieta, sino la forma en que aprendemos a mirarnos con ternura.

Vidalina

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