Leo

Te fuiste sin ser tú quien realmente se iba.

En alma se iba mi vida contigo, tus memorias y tus gestos, tu color y tus versos.

En cuerpo, se iba tu olor y tus manos con pliegues de tanto ver en este mundo.
Tanto viste, tanto sufriste.

¿Para qué?

Tu camino no lo merecías pero así fue el destino, que todo lo vuelca.
aún así me recordabas, hasta apagarte.
Yo también lo hago, lo haré siempre.

Te recuerdo con los leones porque eras leo, bien orgullosa de serlo. Ojalá me hubiera llevado tu taza del té, esa que tenía dibujado tu signo y tus huellas adheridas a ella. Te recuerdo con tus lunares, esos que me pegaste a mí en la piel y que toco cada día para darles un abrazo con mi mano.
Te recuerdo vivaz y sin filtro, tierna y cálida, también te recuerdo cuando tomo once, con cositas dulces porque éramos iguales.

Siempre fuimos iguales. Siempre lo seremos. Helado de piña, en el verano, torta de piña en los cumpleaños.

Historias maravillosas confiadas en mi, con tu risa tierna y confidente. Fuiste y serás. Eres aún para mi. Me quedo corta buscándote, extrañándote y arrepentida de no llorarte, de no demostrarte a ti en aquel día cuando la tierra se esparcía y te escondía de mi.

Espero que sepas que me dolía, me duele aún y que no pasaste desapercibida por mi. Te iré a ver, lo haré. De verdad.

Ahora te busco en señales de la vida. mariposas naranjas pasando por en frente, sé que eres tú.

En ese altar que tiene mi mamá.
en ese cuidado que me das, donde no me pasa nada de noche ni nada de día
porque me escondes, me desvías de lo malo, porque tu ya harto de eso habías pasado.

En el humo de la mirra, esa que tanto olías y a mi tanto me disgustaba pero aún así, dejo que me inunde el pecho para sentirte y pienso que a través de mi sientes también el aroma, que mediante él me visitas.

Quizás tal despedida no era lo que merecíamos, pero sé que nos vamos a volver a ver.

Te espero en mis sueños, por favor ven.