Hoy te vi y te susurré desde la lejanía. Una parte de mí no quería que notaras mi presencia pero la otra parte se moría de ganas que tus ojos encontrasen los míos. Al fin pude comprobar que puedo sonreír aún sin necesidad de tenerte a mi lado pero aún me duele la frialdad de tu corazón. Me pasé la noche entera mirándote de reojo porque aún no sé cómo ignorarte cuando al mirarte solo pienso en toda la información, ahora inútil, que se sobre ti. Algunos me dicen que debería haberte superado ya y sé que tienen razón pero es el castigo que debo sufrir por haberte amado de manera tan intensa que hasta cupido podía sentir envidia de nosotros…nosotros…eso ya no existe ¿verdad? Ahora hay otra persona que es dueña de tu corazón y yo no creo que aún haya algún hueco ahí para mí, lo entiendo, no te preocupes. A fin de cuentas lo que más quiero para ti es tu felicidad incluso aunque no pueda dártela yo. Ahora solo eres mío en los textos que escribo, en ellos puedo congelar el tiempo y hacerte eterno. Una fuente de inspiración interminable y una tortura constante que me hace revivir los buenos momentos a tu lado que ya no existirán nunca más.
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