Llegamos tarde, lo sé. Un accidente.
Tengo presente tu corazón de té
que todo lo acompañaba,
la luz en el verde de tus ojos,
la excusa que inventé para besarte,
el rigor del nerviosismo.
Qué lejana nos queda hoy esa tarde.
¿En qué fecha exacta se instaló
la idea de que dejar expuesto el diafragma
es empezar perdiendo?
Todavía se comenta que tu cuerpo no me ha olvidado:
el maremoto de tu espalda,
la parte baja,
siguen instalados en mi memoria.
Aquí me tienes, otra vez.
El amor no sabe comportarse con cautela.
Quiero devolverte todos los besos
que olvidé en el bolsillo del pantalón.
El acuario en mi pecho se ha quedado sin peces,
la casa se llena de goteras,
ya no tengo frascos para resignar como recipientes.
Llegamos tarde, lo sé.
Aunque algunas veces se siente
como si todavía no hubiera pasado.
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