La habitación se cierra/las sábanas se extienden.
Las luces son un reparo y las miradas,chispas de colores brillantes.
¡Que corra la saliva sin freno!, me digo.
Que el aroma extraño y dulce penetre profundamente
Que las lágrimas al final de la sesión sean
el recurso para no dejarte escapar.
Que cada movimiento sea un accidente controlado,
un disturbio en la tercera órbita de Saturno,
un espejismo redoblado,una alarma silenciosa,
una caída programada hasta tu cintura.
Caer de rodillas no soluciona nada(o casi todo).
No sentirme un prófugo es todo lo que espero.
Salir de ti
y volver a entrar - ignorante y victorioso -,
abatido y dichoso de ser el aroma perpetuo en tu frente.
Ah, tu frente, ese espacio tibio y reservado ajeno a la discordia,
al ruido permanente en la escalera,
al tráfico alocado y a la burbuja eterna en la bañera,
al disturbio pesado de cada estación.
Ah,no separarme de ti a pesar de los accidentes,
el tráfico, los disturbios,
la gente...

Yom Hernández
Aquí un licenciado en Historia, loco por la literatura que lee y escribe pertinazmente. Padre de tres libros publicados por Ed Atlantis, Ed Adarve, Ed Cuadranta.
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