Aaron
Aug 24, 2024
Aarón nació en casa de sus bisabuelos, padres de su abuela materna, en el pueblo de Cunaviche, estado Apure, el jueves 26 de agosto de 1982 a las 11 de la mañana, según le cuentan.
Su joven madre, de 20 años, asistida por la única partera del pueblo, y acompañada de su propia madre y su abuela, lo trajo al mundo después de 12 horas de trabajo de parto, mientras su padre se paseaba por la casa, hablaba con todo el mundo, y se mantenía a raya de la habitación en donde acontecía su nacimiento, como todos los padres de la época y la zona, sin participar más de lo necesario, porque, como decían en su tierra "mucho ayuda el que no estorba".
Aarón vino al mundo como la mayoría de las personas, gritando a todo pulmón, vaya usted a saber si de emoción o de temor, pesando 3, 8 kilos, blanquito. En teoría casi todos los bebes recién nacidos parecen blancos al nacer, pero él se quedó blanco como leche en comparación al color de piel de sus padres que eran morenos, él era el blanco de la familia, y de niño su papa de cariño lo llamaba "jipato, jipato".
El día del nacimiento de Aarón era invierno en su tierra, o lo que llaman "invierno" en la zona, que no es más que la época de lluvia de un país tropical Pero no llovía, fue un hermoso día soleado de agradable temperatura, así que cuando llegó al mundo, la partera, a quien todos los niños que ayudó a nacer en el pueblo le llamaban "madrina", cortó el cordón umbilical que lo separó físicamente para siempre de aquella mujer que lo llevo en el vientre durante 40 semanas, y lo limpió con pañitos humedecidos en agua tibia, mientras aseaban a la agotada madre, lo envolvió en uno de esos pañales de tela de algodón con dibujitos de animalitos que usaban todos los bebes en aquellos tiempos, y lo colocó en brazos de la mujer que pujó hasta traerlo al mundo.
Y entonces, el pueblo entero supo que el primogénito de Marbella y Donaldo había nacido vivo y sano, y que la madre estaba en perfecto estado de salud. El padre entró a la habitación y por primera vez miró al primero de su descendencia.
Así nació Aarón, en familia, sin mucha alharaca.
“¡Y así viví!”, pensaba ese día, cuando a sus 83 años, en su cama y rodeado de su familia, le dio por recordar lo que había sabido del día de su nacimiento.
Toda una vida y allí estaba, recordando tonterías, vaya usted a saber por qué, pero se sentía sereno, consciente de que ya estaba al final de ese emocionante viaje que llaman vida, pero sin temor.
La verdad nunca fue de tenerle miedo al concepto de muerte, tal vez llegó a temerle a la muerte de sus seres queridos, más por el miedo al dolor que sentiría ante la ausencia de ellos que por cualquier otra cosa, pero respecto a su propia muerte no temía. Y ahora que lo pensaba detenidamente, esa era una postura un poco egoísta, pues no temía porque su muerte implicaba su propia ausencia, y el dolor de la pérdida sería sufrido por otros.
Nunca se cuestionó demasiado las incógnitas universales como la existencia de Dios, o del cielo y el infierno.
Vivió convencido de que cualquier cielo o infierno posibles estaban en la tierra y formaban parte de la vida, y de la existencia de Dios jamás dudo, en algunas etapas de su vida lo vio con un matiz religioso, como creador y juez tal vez, otras veces lo concibió desde un punto de vista más filosófico, como creación y pilar de creencias, pero nunca dudo que Dios andaba por allí.
Deslizándose en las olas de su pensamiento recordó un salmo religioso que le dedicó una gran amiga el día que cumplió 39 años, Salmo 139:16, "Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos", y se preguntó si esos 83 años estaban relatados en un libro guardado en alguna enorme biblioteca.
Sonrió ante la idea y en su interior agradeció a cualquier Dios que le pudiera oír porque "ha sido una maravillosa historia... ojalá no sufran demasiado", mientras exhalaba su último suspiro.
Vanessa de los Angeles
Disfruto mucho leer, especialmente cuentos, y cuando puedo escribir, porque me resulta una forma relajante y divertida de combinar la realidad y la fantasía.
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