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A ver no.

Dolbach

Jul 16, 2025

79
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Paso a nivel.

Recogí las velas por un día,

detuve mis pies por un instante,

esperé en el peaje tras la vía,

descansé de mí en vuelo rasante.

Me pensé para ver si me sabía,

me juzgué entendiendo mi talante,

me busqué al comprender que me perdía,

me perdoné por si eso era bastante.

Ser lo soy es tan confuso,

que si quiero no serlo voy sin rumbo.

Ser lo que soy es tan extraño,

que si quiero entenderlo se va el año.

Subí a la cima de la duda,

alcancé el horizonte inalcanzable,

intenté ser sabio como un buda,

huí de todo hombre deleznable.

Acabé por fin un buen principio,

escuché el silencio tras el ruido,

conseguí no perder mi poco juicio,

olvidé en cuanto supe, mi suplicio.

Ser lo que quiero es utopía,

y así es imposible la porfía.

Ser lo que quieren,

tan absurdo,

como obligar al diestro

a que sea zurdo.

...

El delicioso instante de tu no ausencia.

Al poeta le gustaba cuando ella callaba. Al decir en bonito, hasta agrada, pero no me digan que no es un tanto displicente.

Yo he sentido muchas veces la presencia dulce de un alguien en el vivir de los sueños. Esas gentes que fueron y que ya, si no se acabaron del todo, andan más o menos lejos.

Es un sentir diferente a cualquier otro; como que se cumpla un sencillo y bonito deseo. Es acercarse a lo que no tiene cercanía. Es dar una oportunidad a la reconciliación con la distancia que conlleva el recuerdo.

A veces descubro que eso fue en mitad de la noche, y me recreo en lo que puedo. Las más, me despierto en cuanto acaba el cuento para agarrarlo al vuelo, para seguir su cielo.

Y luego busco a quien ha visitado mi no estar despierto. Y, según si se puede o no, le hablo de eso.

Me siento bien y quiero entregar un beso.

"Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza."

La escalera

En el mismo suelo de aquel terreno abrupto y deshabitado en leguas y leguas a la redonda, nacía un peldaño. Y no era él solo.

En caracol, un escalón tras otro. Con una barandilla de forja. Un buen trabajo del herrero, o del diablo, empecé a pensar muy luego.

Sí, porque no tuve por menos que bajar por ella.

¿Quién podría resistirse?

La profundidad no me dejaba a oscuras. Una tenue luz se mantenía durante todo el descenso, pero no había otra cosa que los escalones y la barandilla. Más allá y al fondo, todo negro.

Empezó a preocuparme el regreso. Había bajado ya mucho y sobre mí ya no había ningún resto de nada. Solo lo negro.

¿Y adónde me llevaba aquello?

Di un grito.

Me respondió mi propio alarido.

No es que tuviera nada mejor que hacer, pero quizás cualquier cosa hubiera sido mejor que hacer aquello.

Todo eran dudas.

Seguí descendiendo.

Muchas horas habían pasado cuando decidí detenerme un rato, abrir el talego, echar un trago y dar un bocado. Descansar un poco y seguir luego.

Tras lo que supuse habían debido ser varios días, caí en la cuenta de que en mi morral ni mermaba el agua ni el alimento. Eso, que me tranquilizaba, no dejaba de ser un misterio que también me desasosegaba. Lástima no haber llevado algo de vino.

Escalón tras escalón, me iba alejando del mundo del sol y de los animales y de las plantas. Me alejaba de la vida.

Nunca tuve sueño mientras bajaba. Solo bebía, comía y continuaba.

Si era un plan concebido por alguien, debía ser muy largo el camino para que no admitiera casi ningún descanso.

¿Hacia qué y para qué?

¿Habría bajado alguien antes que yo?

No, no los conté, pero debían ser miles los peldaños.

Varios meses después del primero, noté que empezaba a refrescar. No, no era frío, era un agradable frescor de cueva.

Quizás pronto llegaré al suelo, pensé en ese momento. Pero nada de eso.

Puede que no me crean, pero sigo bajando.

Desde aquel primer escalón, no he dejado de hacerlo. Sin destino ni sentido ni comprensión ni certeza alguna.

Esta es mi vida ahora. Bajar un nivel tras otro sin saber por qué ni para qué.

Me conformo. Antes no era mejor, aunque era agradable el calor del sol en el invierno. Y para el verano el cierzo. Aquí no hay viento.

Pero no me falta el sustento.

Yo, como tengo tiempo, pienso mucho, y lo que pienso es que si sigo bajando, llegaré al infierno, y que si me doy la vuelta, será una escalera al cielo. Pero bajar es más cómodo, y yo no sé si subiendo, el zurrón seguirá siempre lleno.

De momento a lo fácil. Vamos al averno.

Luego ya, si eso...

Dolbach.

Dolbach

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