negra centella de perro abandonado
compañía inmutable rondando mis pies
mirada sabor a café donde caen mis sueños
latigazos al viento dándome aliento
pequeña estrella blanca exiliada
dadora de murmullos suaves
dulce conversadora de la nada
caricias del quebranto de mi soledad
El ying y el yang de mis noches sangrantes
mi equilibrio diario ante tanta catástrofe
paraíso de manto blanco y lunas negras
pureza y certezas goteando desde lo alto
acompañantes de mis pasos, evitando las caídas
presencia dual, utopías alcanzadas
pelos acromáticos danzando en mi piel
mi armadura suave para afrontar la vida
su llegar inundó este desierto opaco
reflejando -sublime- los cristales de mi llanto
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