Te miro desde lejos,
donde la brisa susurra secretos que no alcanzan a oír.
Te llevo en mi pecho,
como un eco que resuena sin hallar respuesta.
Eres el sol que calienta mís días,
pero mis palabras son sombras que nunca cruzan tu mirada.
Y aún así, en mi mundo oscuro,
tu luz lo ilumina toda.
Hablo con la luna
le cuento de ti,
de tus risas que se entre lazan
con mis suspiros vacíos.
Ella me escucha,
pero no pudo devolverte mis sueños.
Quizas mi amor nació en un lugar equivocado,
en un ricón donde el destino no tiene mapas.
Pero ¿cómo negarlo?
Si eres la tormenta y la calma de este mar que soy yo.
Aunque nunca mires hacia este rincón,
donde florecen mis palabras en ti,
seguiré escribiendo versos
que se pierden en el viento.
Porque amar sin ser amado
es lo más dulce y cruel
de las libertades.
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