A través del lienzo

Una acuarela acompañada de un texto (1) pueden llevarte a lugares que te pertenecen, aunque no hayas coincidido en tiempo por ese espacio. Y como ahora, ayudarte a romper el silencio del papel en blanco…

Un colibrí me trenzó el cabello y entonces llegué hasta la cocina de la casa del pueblo.

Un niño acababa de tomarse una cuajada en un tazón de loza antigua y ahora estaba frente a la ventana subido sobre un taburete de madera. Me trepé por el costado y salté por el hueco. Ya estaba ahí, en un lugar que antes había visto a través de las historias y por eso no me resultaba desconocido.

La vía. La vaca. El caballo que saltaba los charcos. Un carro y los tarros de leche recién ordeñada. El bullicio de voces infantiles. Las risas. Las tardes de bicicletas y las noches de San Juan junto a la hoguera. Una muñeca negra involuntariamente sentada sobre una roca y el aroma de las fresias que cercaban la casona del monte.

Debía regresar y así lo hice.

La cocina olía a pan recién horneado. El chico seguía ahí, parado en la banqueta con sus zapatos verdes. Y yo me fui con los míos con marcas de los pasos trazados sobre mis raíces.

Viajes que pueden hacerse con solo mirar las pinceladas de un maestro sobre el lienzo.

(1)Autorretrato, acuarela de Pedro Alonso O`choro.