A través

Hablaban todas las tardes detrás de la casa abandonada. Prendían cigarrillos baratos mientras se pasaban entre manos un soplete de cocina, quemándose algunos cabellos de la frente, sin dar signos de importancia. Creían que sus voces se perdían entre el descampado donde las bestias huirían al olerlos. El que llevaba el encendedor, lo dejó caer quebrando el boquete. De la ventana se asomó una cabeza, similar en su asombro. Su reflejo le regalaba una sonrisa como una mueca que el no realizaba. La cara idéntica gritó a una multitud que discutían sobre un asunto incomprensible. Los de afuera se quedaron quietos, en silencio, tratando de alejarse sin hacer ruido. Se asomaron entonces los otros sin rostro que ofrecían memorias, haciendo que los de afuera corrieran en dirección al río. La ruta escabrosa les dejaría cruzarlo hasta subir a una colina y luego volver a la carretera. Un rodeo que les daría tiempo para regresar a trote a espaldas del automóvil. Las voces a sus espaldas se escuchaban cerca, pero ninguno se atrevió a voltear. Arrebolados en los asientos, cayó a los pies del conductor el soplete en pleno - un cigarrillo antes de volver - dijo el chico del encendedor, extendiendo el humo de segunda mano.

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