Entre tanto bullicio engorroso, pude oír tu grito.
Grito desaforado, perdido, olvidado.
Grito alarma, grito desobediente,
que rememoraba esa niña
que leía y escribía.
En tus letras me encontré,
toda aquella oscuridad
que me habitaba
aún seguía conmigo
pero ahora tambien le pertenecian
a alguien mas.
Entre hojas de lectura, cigarrillos
y noches de insomnio
me atreví a poner
los primeros carácteres de tinta
en un olvidado cuaderno.
Hoy me sigue
pareciendo tan extraño,
expresar mis sentires
en letras,
que ya tampoco son mias
hoy decido que sean de alguien mas.
Te agradezco Alejandra, por traerme nuevo. Aunque la noche sufra.
LR
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