Me incineré completamente por dentro, no voy a negarlo. Pasé cerca tuyo así hablábamos un poco, me inundé de vergüenza. Quizás obtuve muy poco, igual me contenta haber tenido una excusa para saber tu nombre así regreso a saludarte.
Estoy a destiempo, necesito un mecánico para estos temas del alma. Siento que soy ya bastante grande para estas cosas de andar inventando tímidamente formas de hablarte. Me ruborizo como quinceañero, me desconozco frente al espejo mientras me transpira la frente; es ambiguo, me sacás del casillero y a una gran parte mía le encanta. Ciertas veces me consulto cómo es que justo enloquezco con vos en tu trabajo, tan limitado, tan justo. Mi chance en vos son dos minutos por semana, cómo si no hubiese caminos más fáciles.
Y ahí está el tema, che, no eran los caminos, se trata de vos.
Parágrafo Blanco de esos que te encantan.
Tengo todas las herramientas,
de esas que sin conocerte sé muy bien que te fascinan.
Sentí varias veces una conexión entre los dos,
me noté mencionado en tus gestos prolijos que intentas ocultar tras mi espalda,
la sutil risa cómplice de tu compañera.
Me enloquece pensar que tu rubor me pertenece unos segundos.
Pero hoy me incineré, no lo niego, hoy me desbordaron los nervios cuando estuvimos a la misma altura, cuando vos tapaste los tuyos y caminaste inmutable por el playón. Tu seguridad inequívoca desestabilizó todos mis cimientos. A veces fui entendiendo nuestros encuentros como una especie de cigarros, que generan esa adicción y se consumen rápido, poco a poco se fueron acumulando por todas partes aquellos restos de colillas con su pequeño dejo naranja tras haber sido consumidos, ardiendo sobre lo que quedo de mí tras todo este tiempo.
Flaca, ¿sabés hace cuánto tiempo no me regaba?
Es a esta altura una flora reseca, cansada, muy teñida de pajar. Y yo que me conmoví tanto en tus gestos divinos no me percaté de nada. Tanta brasita por todas partes desató un caos descomunal, columnas de fuegos revoltosos, chispas que se iban contagiando.
Tuve la precisión violenta de comenzar a arder locamente justo cuando te tengo a un metro. Justo cuando no te inmutás, justo cuando más vos sos.
Qué vergüenza, nuevamente, tener que confesar que también me fascinó prenderme fuego.
Que me desestabilices, que me expongas, que quede totalmente desnudo sin poder decir más nada. Me enternece haber entendido de esta niñezca forma cuánto es lo que tengo que enfrentar para encontrarte. realmente.
No había sido yo por mucho tiempo, y si me preguntás sigo intentando entender cómo fue que no supe controlar ciertas sequías.
Hoy soy la resaca, soy el dejo de tanto descuido, y muy de a poco destello brotecitos, cada tanto veo acercarse una liebre a pastar de nuevo.
Necesito estar más alerta a las temporadas, hoy aprendí a poner carteles para intentar cuidarme un poco.
No vaya a ser que cuando vengamos juntos a visitarme, te pierdas de la real fauna que habita estas tierras cuando están en plenitud.
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