No volveré a sucumbir ante el vacío de palabras desprovistas de sustancia;
no buscaré asilo en aquellos que,
con su presencia,
sólo me prodigan tormento.
Las sombras de mis pesares
se alzaron,
justo en el instante en que las
suyas se disiparon,
y desde entonces,
he comprendido con lúcida certeza
que no soy una mera elección,
ni un entretenimiento fugaz
en los designios de otro.
No soy un capricho efímero,
ni un destello pasajero
en la vida de aquellos que me rodean.
Mi esencia no se diluye en lo superfluo
ni se conforma con las migajas de atención.
Me complace existir en mi totalidad,
habitar cada momento
con plena conciencia de ser,
sin reducirme a un papel,
accesorio en las narrativas ajenas.
Me deleita la pureza de ser,
el acto consciente de existir,
donde no hay lugar para ambigüedades
ni para el juego caprichoso del destino.
En esta integridad encuentro
mi refugio,
lejos de la banalidad
y del sufrimiento,
afirmando mi derecho inalienable
a ser, a estar,
en la plenitud de
mi propia existencia.
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DAGAFINO
En mi habita en mí una furia silenciosa, una vorágine inefable que se agita en la sima de mi ser. Mis palabras son mi único sustento.
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