Las manos de mi padre son toscas y grandes,
no conocen el arte de jugar,
le faltaron ternura para saber cómo abrazar.
Lo vi aprender a ser papá y mamá,
A olvidar su propio nombre,
A esconderse cada vez que quiso llorar,
Imagino cuantas veces quiso renunciar,
o cuanto dolor cargara que le impide hablar.
Reniego con el egoísmo de pensar que nada me brindo.
Pero sus manos de espinas lleno,
Y de rosas nos rodeó,
la nobleza de un sensible corazón,
con toda inocencia intento conservar,
Las manos de mi padre son toscas y grandes,
Para que mis manos puedan ser más pequeñas,
Mas tiernas,
Más amables,
Más cariñosas,
Más cuidadosas.
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