A mi Margarita.

02-11-2025

Te siento cada vez que abrazo, como cuando tú me abrazabas.

Recuerdo que en aquel momento, mi cuerpo era tan pero tan pequeño, y tú lo abrazabas con tanta fuerza que yo sentía que querías tenerme contigo siempre. Luego, yo aflojaba un poco tu agarre, pero no quería que me soltaras.

Al final me soltaste. Te fuiste un día, sin avisarme, sin decirme que nunca te volvería a ver.

Yo no sabía lo que ocurría, pero me dolió tanto que aprendí a llorar.

Mi segunda mamá. La persona que me quiso con todo lo que era.

Todavía te extraño porque todavía te pienso porque todavía te quiero.

Me gusta pensar que vienes a visitarme de vez en cuando, a despertarme haciéndome cosquillas en los pies.

Lamento no haber podido darte más abrazos. Lamento las veces que aflojé tu agarre.

Cuánto daría porque tus manos rodearan mi cuerpo con tanta fuerza para que nunca pudiera salir de ahí.

Gracias por ser mi mamá, aún y cuando no salí de ti.

Gracias por enseñarme a querer sin prejuicios y con paciencia.

Siempre te llevaré conmigo, no sólo en ese relicario que me hiciste con tus hermosas manos, sino en mi corazón, en mi vida y en lo que soy.

Es por eso que cuando abrazo, lo hago con toda la fuerza que tengo, con la que me diste. Un honor llevarte en mis brazos y brindar abrigo como tú lo hacías conmigo.