Mientras hacía que el lápiz dance en el blanco plano de la tierra, escuché tu voz. Ese momento debió ser la primera vez que tus pies se movieron al silvestre vuelo de las parulas, sin esperarte, apareciste en un aterrizaje fortuito espantando las arenosas sombras que me guiaban a un solsticio penumbroso.
Suavemente dijiste exactamente que sos diferente a lo que buscaba en el Himalaya, con una mirada de ambar, ojos en forma de zorro, pero tú rostro dulce salido de un cuento de hadas te transformaba a la luz en un principito…
A veces aparecías en forma de sueños o de canciones, justo en el momento en que casi pierdo tu recuerdo, como si cruzaras mundos para decirme que te siga buscando…
Seguí varias veces tu melodía por centurias, hasta que un día me pediste ser tu rosa, pero si lo hacía podría marchitarme e irme en el viento, así que tomé un vuelo y me lancé al cielo para ser parte de él.
Así, a lo lejos, pueda verte a dónde sea que vayas mí Principito…

Valen Rodriguez
A veces solo se necesita hacer danzar el lápiz en el plano blanco para cambiar el mundo
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