Ahórrate el acuse que recibo,
si soy el cuerno del te quiero.
Ahorrate el escándalo
si soy el encuadre de
la foto en Roma,
somos tres.
No pretendo hacer de esto un reclamo,
no espero que suene a despecho
pero el amor se hace grande en la traición.
Esto es un manual.
Mientras tu le recomiendas libros,
yo le escribo.
Mientras vos ves a Boca jugar,
yo voy de visitante
metiendo gol como Maradona.
Hay quienes no entienden
que la cama es otra biblioteca.
Que en el descuido, florece el olvido.
Que el hombre es un cazador,
de naturaleza animal y yo,
soy una lechuza que a veces
se juega de loba.
Una escoba nueva para que barra mejor.
Unas vacaciones pagadas con traición,
mientras yo lo recorro de Córdoba a Maipú.
Cuando regreses, te esperará en Ezeiza
junto a un par de trucos nuevos.
Yo por mi parte, floto.
Riego las flores del jardín,
canto con los pájaros
y le dejo unos poemas
de esos con lo que
se levantan hasta los muertos,
con los que sueñan mi idiota de turno,
esos con lo que su miembro
se hace duro en la Antártida.
No te quejes,
te deje la comida caliente,
aprovecha.
Tu amor es de derecha,
no existe civilización sin barbarie.
Yo vengo a colonizar,
soy la madre de la revolución,
capitalista en el amor,
anarquista en asuntos de sábanas.
Duerme plácida,
el me leerá durante la madrugada
mientras pone en uso
lo que contigo tiene de adorno decorativo.
Olvidaste que a los hombres
también se los lee.
Uno, dos, tres... tres lunares en la nuca.
Constelación en su pecho,
conviene empezar con la boca desde
este a oeste, luego,
bajar al sur,
lentamente.
Besa su panza chopera.
Dile lo mucho que te calienta.
Pero no... tu clásica,
conservadora la señorita.
Con suerte, lo esperas
en cuatro patas.
En el estado de sitio
yo decrete la expropiación
y cayó tu veto a la propiedad privada.
¿No eras progre?
Este amor tiene justicia social.
Te quedaste hasta que el sillón quedó plano.
Aguantaste.
Aguantamos.
Mis guantes están gastados,
los tuyos sin uso.
Pensaba en mí
cuando te entregaba su cuerpo.
Pensaba en mí
cuando no lograba dormir.
Me leía a mi
cuando no lo veías.
Se tocaba y me esperaba.
No fui la bruja que te dio la manzana
pero si quien te vistió al príncipe
para tu novela de éxito temporal.
No te quejes, fuimos felices los tres.
Tú aseguraste tu éxito profesional usándolo,
él, se creyó su utopía
y yo conocí el amor, el buen polvo.
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