a la gente que es un poco yo

me enamoro de las personas que me inspiran

y las observo por días queriéndolas absorber (o algo de lo que me invade

cuando me pasan cerca).

están ahí y las siento como si fueran parte de mí

porque no tolero que no sean yo.

me fundo en esencia con todo lo que me arrima al arte

del que me sé capaz

como si no fuera parte de mí

porque no tolero que, de hecho, sí sea yo.

no tolero no saber qué hacer con lo que tengo

qué hacer con lo que soy

y me doy el lujo de enamorarme de las personas que me inspiran

ansiando absorberlas y volverlas parte de mí

como si no fueran un poco yo.

como si no debiera tener incrustada una porción de su alma

en algún rincón de la mía

para entender qué de lo que portan

me hace falta absorber,

de qué me puedo nutrir

y con que puedo comenzar.

descarto toda ilusión inequívoca que quiera hacerme

culpable del deseo que me habita

si a nadie he culpado yo por hacermelo sentir.

si nunca dí por escuchadas las voces de quienes

no son parte de mí,

ni me apropié de los escenarios que me hicieron arder.

qué queda después de las siete

cuando el enjambre de mis penurias no me deja respirar

y el delirio que se asoma por mis entrañas me quema la piel.

a quién le escribo cuando pienso más en irme

que en aguantar el decanato de mis pasiones enjauladas

sino

a quien le regalé todos mis domingos.