he dejado la isla que habitábamos
me retiré con el cabello cubierto de arena,
en medio de una noche
que solo velaba por mí
primero, callé a las aves que cantaban tu nombre
y las convencí de emigrar junto a mí
luego, calmé al cielo, al viento y a mi cabeza
después de todo, no te gustaban las tormentas
y yo era parte de ellas
le conté de mis lamentos al mar
y dejé mis elogías en una caja de cristal
por si algún día vuelves y quieres leer
aquello que te has negado a entender
mientras, te esperaré a la deriva
como quien huye sin destino final
por si acaso, por si las dudas
deseas perderte una vez más
sabes, que en mí siempre tendrás un lugar
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