Mirando el lecho en que una vez dormía
mi padre junto a mí, si fue en sus sábanas
nívea suspensión, amarillento
por el fuego del tiempo se descubre.
Cuando la infancia se me dilataba
al dormir sobre el pecho de mi padre,
me soñaba potrillo de inmanentes
valles en los dobleces de la ropa.
Un suspiro de río caudaloso,
del tiempo, las palabras, y el trabajo
me sustraía cuando entonces era
polluelo, pirigüín, y a veces niño.
Mas ahora que el cubrecamas cúpula
se derrumbó, se esfuman ya los pétalos,
plumones, almohadas, cobertores
padres e hijos que vuelvan a dormirse.
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