A grade sEr

El micro que me acerca al lugar que ya conozco se mueve de un lado para el otro como mi mente. Busco los museos los domingos. La felicidad color miel de las luces en el balcón que decoré para nosotros y no te importó. Encuentro el olor a naftalina en los cajones. La ropa perdida. Mis pertenencias desvariando en tiempo y espacio. Mi mente cansada de que las cosas cambien de lugar. Quiero estar en paz y dejar de preguntarme cómo dejé que se y me mintieran nueve años. De todo se aprende ¿se podrá aprender tanto?

Veo lo que no veía pero ahora si. Nunca tuvo tanto sentido la materialidad e ideología. Nunca la separación tajante entre clase obrera y pequeño burguesía. Registraba que te costaba mucho no enojarte y eras un pequeño muchacho sensible, al lado de la carretera. Te comprendía emocionalmente, me pasaba que te entendía y punto. No tengo claras las razones ni las tenía. A veces se sentía que vos conmigo también.

Entonces gracias por prepararlo todo. Por conseguir lo que necesitaba. Me entendías como nadie y, a su vez, no dabas puntada sin hilo (pero eso ya está explicado, sabrá usted). Quizás pequé de tan ingenua. Los intereses están afuera.

Me hubiera gustado tenerte delante para poder enojarme con la guerra que te merecías y gritarte y gritarme que la cortes, que soy mía. Fui caminando para bajar los desiveles pero la idea era cada vez más clara. Me imaginaba aplastando tu cuento y hundiendolo con los dedos en algún Nescafé y salir de ahí corriendo con una loca dignidad sin girar el cuello pensando en que ibas a venir a buscarme. Pero otras presiones pesaron más, lo bueno es que ahora no están.

Dicho esto, puedo agradecer tus esfuerzos explicativos. Tu capacidad de maniobra a mi favor y no en mi contra. Tus consejos de doble filo, pero con un costado amigo. De alguna manera sentí que me cuidaste de otros pero no me cuidaste de vos mismo.