A espera de vos.

Estoy sentada, como en lista de espera.

Mis rodillas juntas, tocándose. Un gesto cariñoso de mi propia piel, un mimo, un recordatorio de "acá estoy yo".

Me veo los pies y los siento volverse raíces, aferrándose fuerte a esperarte llegar. Me sostienen a mí pero ni bien aparezcas solo van a saber correr.

Correr hacia donde sea que estés, perder el equilibrio y caer y caer. Sumergirme en tu pelo castaño y las nubes que te rodean.

Aspirar tu perfume y desistir del oxígeno, vivir de vos y tu cariño. Cumplir mi propósito de ser por vos.

Mientras, te espero.

Creo que hay un murmullo pero no escucho nada que no sea tu voz. Si las palabras no las pronuncias vos, no se que dicen. Flotan, hechas de gases a punto de disiparse, no puedo atrapar ninguna, se me derraman.

Cuando vos hablas todo es muy claro.

Puedo, de repente, ver el lenguaje. No solo te escucho, si no que te veo. Es tan claro como las paredes que me rodean y me separan de tu cuerpo. Como la silla que me sostiene y cada vez me parece más insoportable. ¿Cuándo llegas?

Si miro para arriba te encuentro a vos. No conozco otro cielo que no sea el de tu piel. Para mí el sol, la luna y los astros que acompañan son solo consecuencia de tu órbita. Vos le das energía a todas las cosas.

Que amable de vos, dejar que la vida pase.

Nadie me cree pero yo te vi pararlo todo. Se que si juntas los dedos las cosas dejan de ocurrir, el tiempo no pasa.

Nada gira si vos no queres, sos el motor de la existencia misma.

A veces me pareces un sueño mío, una espera constante en un cuarto vacío. Me apoyo en mis piernas y espero.

Se supone que pronto entras vos, eso me dijeron.