...
Conmigo no cuenten.
El Universo sin mí sería exactamente igual a como lo es conmigo. Y sin la Tierra entera, lo mismo.
El más grande emperador que se pueda considerar que en la historia del mundo haya sido, ha influido tanto (tan poco) en el Todo, como lo ha hecho la más pequeña hormiga del más insignificante hormiguero.
Así, ahora que lo pienso, ha sucedido y sucede con todo Dios que se han inventado los hombres. La misma Iglesia no ha sido capaz de trasladar al mundo la paz, el amor, la humildad, la generosidad; en definitiva, ninguna de las tan esenciales virtudes que proclama la Santa Institución de Pedro y sus sucesores (secuaces). Véase la castidad en el mismo clero (o la humildad y pobreza). Y si no influye en su radio de acción la tan grande institución, al menos para lo bueno, que de lo malo si tiene hecho, imaginen lo que pinta en el universo pleno. Ahí sí que ni en un sentido ni en otro.
Y los dinosaurios, con sus ciento cincuenta millones de años de preeminencia... Ni un puente hicieron. Entonces, eso sí, la Semana Santa no se había inventado todavía.
Pues eso, lo que te iba diciendo, que, entre tú y yo, tanta parafernalia, prosapia, pompa y circunstancia, de según quienes y según cuando, no es más que estúpida petulancia, sandez y arrogancia.
Y, añado por un conocimiento nuevo nos dio el señor; al parecer, todo lo que fue, es y será, ya está fijado. Así deduzco de una información que habla sobre el universo en formato cúbico o algo así, en el que todo suceso ocupa eternamente un lugar concreto.
Determinismo y esas cosas que dejan hecho unos zorros eso del libre albedrío. ¡Con lo bonito que es el tema del libre albedrío!
En fin, que, no le den más vueltas, no tiene sentido; somos lo mismo que nada. Pero, sepan ustedes: la Nada es fundamental en el Todo.
Ale, a cascarla.
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