Escribí este texto en noviembre de 2022.Hace exactamente un año atrás lo compartí nuevamente.
Hoy vuelvo a hacerlo. El 4 de febrero cumple años el protagonista de la historia. Huellas de guerrero es apenas una semblanza de su grandeza, pero intenta acercarse un poco a lo que no alcanzan palabras para describir…
Es un viernes de noviembre y en Toay no deja de llover. A pocos quilómetros queda la tierra de mis abuelos maternos. Será por eso por lo que, a pesar de no estar ahí, la humedad cala en la memoria y el viento sopla recuerdos e historias que hoy me llevan a sumarlos a mi nombre.
El sonido de un motor y la estela de agua que levanta la velocidad de un auto me acercan a mi padre. Por él amo al automovilismo y por él puedo hablar de lo que hablaré.
Ese lugar nunca fue uno más. Quizás ahí, las raíces se aferren a las fibras intimas de las emociones y se abracen a mis sentimientos con mayor intensidad.
Soy Miriam Rodriguez Roa y voy a contarles lo que pasa mientras no deja de llover, los autos prueban sobre una pista difícil casi indominable y yo frente a una hoja en blanco, enfrento el desafío de escribir con la temática “tu ídolo”.
Ídolo es aquel capaz de dejar una huella en tu vida, tan fuerte e intensa que deposita en el alma la pluma que te lleve a escribir sobre él.
Dicen que es la persona por la que se siente un amor o admiración excesivos. Pero para mí el amor y la admiración no tienen límites ni exageración. Es muy cierto que todo pasa y todo queda. Y en ese andar están aquellos que hacen el camino ganando tus sentimientos en forma proporcional a sus pasos. Porque no van pasando van trascendiendo.
Mi ídolo siempre fue y será mi viejo. Pero hace mucho más de veinte años conocimos a quien poco a poco se subió al podio junto a él.
Si se trata de escribir, millones de letras salidas de mis puños se acopian para él. Pero como lo dijo Cortázar “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”.
Podría decir simplemente, que cuando sale a la pista y sin importar resultados, el tiempo se detiene y solo quedan él, sus talento, perseverancia y trabajo. Entre volante y butaca va un distinto, que actúa como un espejo de sus pasos en la vida. Honestidad, prolijidad, empatía. Todo lo que se encuentra en su mirada transparente, franca y buena.
Hace unos días se cumplieron diez años de lo que dejé en un papel, vaya coincidencia, cuando el escenario era el mismo de ahora.
"Por ahí anda una publicidad de La Pampa, que dice algo así como…No tenemos plumas ni lanzas, tenemos autódromo.
Es verdad, quizás mundialmente se identifique a la zona con la población autóctona arrasada hace más de un siglo.
Lo que sería bueno es, que vayan sabiendo que este fin de semana, habrá un guerrero invencible, que porta las armas más nobles para la pelea y levantará a su paso las arenas del suelo pampeano. Es el mismo que guía a su gente sin arengas, solo es cuestión de actitud. Su simpleza y transparencia le bastan para movilizar a grandes grupos. Quien entiende su nobleza y humildad pertenece a “su tribu “¿y cómo no hacerlo, si su luz interior puede iluminar a quien sea? ¡¡¡Qué pena que algunos prefieran permanecer en la oscuridad para no abrir los ojos ante la realidad de la grandeza que lo destaca naturalmente!!!
No quiebra lanzas para la pelea, solo marca la diferencia. El tiempo y la historia transcurrida hacen que ese caballo que correría por la llanura hoy sea una máquina que recorre un circuito y su aguerrido jinete, es ahora un excelente piloto, prolijo, inteligente, respetuoso, con la capacidad para hacer las más grandes y emocionantes maniobras…
Ojalá una capsula del tiempo guardara lo que cuento y se abriera en el futuro para que mi voz de hoy siguiera replicando aquello de … “Si mi corazón fuese un lugar y tuviera que publicitarlo, diría _No tengo rencores ni odios, ¡¡¡porque conozco la grandeza de Christian Ariel Ledesma!!! Y nada puede hacerte más libre y fuerte que tener como referente a un SEÑOR que de yapa hace que delires cada vez que sale a pista porque estando él, hay espectáculo seguro.
Las imágenes y la lluvia me cubren de nostalgia. Ese autódromo tiene un no sé qué. Serán los caldenes que acunan mis orígenes. Será mi padre que desde su estrella me indica ese lugar al que no hubo tiempo de llegar juntos. Lo cierto es que marcha fuerte en mis sentimientos. Desde la carrera despedida del heptacampeón, hasta insólitamente el sorpresivo hecho de destacar mi trabajo allí, en su pista y en su podio.
¡Y lo más importante, entre su tierra y arena dejar marcado la grandeza de mis ídolos, mi viejo y ese guerrero llamado Christian!
Miriam Rodriguez Roa
Soy auxiliar psicoterapéutica (laborterapia y arteterapia). Me encanta escribir y cuando lo hago, sumo mi apellido materno. Son mis raíces y sellan mis sentires en una firma.
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