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    El muñeco de plastilina

    Oct 22, 2023

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    El muñeco de plastilina
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                                  EL MUÑECO DE PLASTILINA

     

    En Ciudad Frambuesa, todos los muñecos habían sido moldeados con plastilinas de un color diferente al de sus semejantes: los había grises como el pesimismo, marrones como el desaliento, amarillos como la timidez, morados como la tristeza y negros como la maldad. También los había blancos como la bondad, verdes como el optimismo, azules como la alegría, rojos como la seguridad, celestes como la pureza y anaranjados como la felicidad.

       Pero, entre tanta uniformidad, había uno que, al ser multicolor, portaba por dentro los colores buenos y positivos, y por fuera los malos y negativos. Como su vida era triste, melancólica y colmada de malos momentos, sus temores, angustias y decepciones eran manifestados a través de sus colores externos. Esto le provocaba resignación, convencido de que nada en su vida cambiaría y que esta particularidad sería una constante en su triste existencia.

    Pero un día su vida dio un vuelco inesperado, su mundo de colores de pronto se derrumbó, y los muñecos con los que compartía su insípido mundo, mostraron ahora su real faceta de rencor, traición e hipocresía.

         Abrumado por la tremenda revelación, el muñeco comenzó a derretirse hasta quedar reducido a una bola informe de colores indefinidos. Ya no era un muñeco “cocoliche”, pero tampoco sabía en que se había transformado. Queriendo huir de este nuevo mundo hostil, comenzó a rodar y rodar, hasta caer en el pozo del destino, que lo condujo al lugar donde los fuegos eternos azotan con sus lenguas hirvientes. Allí permaneció mucho tiempo, tratando de sortear las llamas, luchando por sobrevivir en el inframundo, hasta que un buen día, notó que de nuevo poseía la forma de muñeco, ya que el fuego, al no lograr destruirlo, lo había convertido en un ser mucho más fuerte que antes.

      Al ver que había recuperado su antigua forma, el muñeco comenzó a ascender por el intrincado y peligroso túnel del destino, que al ser cuesta arriba, le obligaba a realizar un gran esfuerzo. El muñeco notó que, por cada jornada de ascenso superada, un color malo desaparecía y otro bueno ocupaba su lugar. Al ascender con lentitud padecía un gran dolor producto de los cambios de color que experimentaba su cuerpo al intentar regresar a su verdadero lugar en el mundo.

     Luego de mucho andar, un buen día se encontró en la superficie, y a la luz del sol, advirtió que ya no era un muñeco de colores malos; ahora se había transformado en un armonioso muñeco de colores positivos, y aunque continuaba siendo diferente a sus congéneres que eran de un solo color,  eso ya no le importaba pues entendió que para intentar ser feliz, solo hay que tener la valentía de tomar las decisiones correctas, aceptando que siempre habrá en el mundo infinidad de muñecos con diferentes tonos de colores…

     

     

    Roberto Dario Salica

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