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    8 años de la llegada de mi hijo

    Jul 3, 2024

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    8 años de la llegada de mi hijo
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    Hijo:

    Hoy son 8 años desde que llegaste a cambiarme la vida. Creo que ni yo por momentos me doy cuenta de la magnitud de lo que ha sido tu llegada a mi vida.

    Hace 8 años yo jugaba a tener todo bajo control, a que tenía la vida perfecta, o en proceso de serlo. Estaba bastante segura de que lo que hacía era lo correcto. De que mi profesión era la indicada, de que perseguía los sueños indicados, de que yo era una gran persona.

    Cuando llegaste viniste a despertarme, a mostrarme que la vida que tenía no era la vida que alguna vez de niña había soñado. Tenía muchas heridas sin sanar, vivía en una ilusión a la que los adultos llaman “sistema”, y me creía que los problemas que tenía eran ajenos a mí, yo solo era una víctima en el cuento.

    Sostenerte en mis brazos por primera vez fue, creo, el momento en el que más miedo sentí. De repente, esa mujer que “todo lo podía”, “todo lo resolvía”, “todo lo sabía”, no sabía que hacer. Y me mostraste ahí mismo, cuando te sostuve en mis brazos, de que el amor era lo más grande que había para solucionar todo lo que dolía por dentro, y que muchas veces todo es más sencillo de lo que parece.

    Por ese entonces yo no me amaba a mi misma ni un poquito. No me respetaba ni me valoraba. Pero vos me mostrabas que no tenía que ser perfecta para poder recibir amor. Un abrazo, un beso, un momento juntos era suficiente para calmar casi todos los llantos.

    Me has enseñado tanto en estos 8 años, hijo, que no se si pueda enumerar todo. Si se que me has enseñado más vos a mí, que lo que yo te he enseñado a vos. Te he dejado bastante libre para explorar la vida como a vos te gusta, con toda esa energía e imaginación que te caracteriza, y yo me he ocupado de aprender de vos y de, básicamente, mantenerte con vida. Porque no es nada fácil, Pipi, cuidar de un mini humano que intenta una acrobacia nueva a cada minuto.

    Me has enseñado que muchos dolores y heridas se curan con un sana sana y un besito, prestándoles atención, haciéndole saber que las ves. Que está bien llorar un ratito, que cuando dejamos que el llanto salga, luego nos sentimos mejor.

    Me has enseñado que no poder con todo está bien, y que siempre se puede aprender algo nuevo. A que se puede cambiar de opinión y muchas veces, no tengo la razón.

    Me has enseñado que compartir el tiempo con quienes amamos a veces es lo único que importa, y que no importa cuantas veces hayamos dicho “te amo”, nunca es suficiente.

    Me has enseñado que la vida es para vivirla, explorarla, sentirla, experimentarla. Que hay que ser curioso y sacarse todas las dudas, incluso si eso significa a las 11 de la noche cuando hace una hora estoy intentando que duermas.

    Me has enseñado que los miedos están, pero cuando hay alguien dándote la mano es más fácil, hasta que lográs hacerlo solo. Y que si aún no te animás, está bien, ya llegará el momento.

    Me has enseñado a respetarte, y que el respeto mutuo, en todo sentido es importante. Y que al enojo hay que sacarlo, no guardárselo.

    Me has enseñado a que no hay cosas imposibles, que la confianza en uno mismo es muy importante y que hay que intentar tantas veces como sea necesario.

    Me has enseñado que las cosas más sencillas, como las piedras y los palitos, pueden ser nuestros tesoros más preciados. Y que los amigos son fáciles de hacer, solo tenés que ser vos mismo.

    También me enseñaste que hay que decir lo que pensamos, lo que creemos y hacer valer nuestra voz. Que lo que tenemos para decir es importante.

    Y podría seguir por un largo rato enumerando cada cosa que me has enseñado.

    Hoy celebro tu vida hijo, porque gracias a tu llegada yo empecé a vivir. A vivir de verdad. Sin guardarme nada. A enfrentar mis miedos para demostrarte que si, la vida a veces asusta, muchas veces ni yo tengo las respuestas, pero que la vivimos con toda igual.

    Gracias, por haberme elegido. Por ser el gran niño libre, alegre, inteligente, valiente, amoroso, gracioso que vino a dar vueltas mi mundo. Me has permitido sanar mis heridas, has sido mi mayor maestro todos estos años.

    Espero cada día devolverte un poquito de todo lo que me das.

    Y quiero que sepas que no importa nada, acá voy a estar siempre, para acompañarte en cada paso mientras quieras que lo haga.

    Te amo, con todo el amor que me cabe en el cuerpo y un poquito más.

    Feliz cumpleaños, mi Pipi. ♥

    Mamá

    Anto Gómez | Open Heart

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