Intrusa que impune invade,
los sueños más crípticos.
Dulce sinsabor de una vida mal soñada.
Monóculo amarillo profundo,
reflejo de zafiros
que presto pace la luna.
Su par llora desesperado,
detrás de óleos letrinosos,
lienzos que sólo la maldad del hombre
concibe pintar.
Déjame acariciar tu lomo,
donde la virtud del diablo descansa queda.
Obscuros pseudópodos lánguidos,
tejen sus hilos de plata,
como red bondadosa
hacia arquetipos eternos.
Bríndame las vibraciones de la tierra,
primordial Ayahuasca,
que hasta el más magnético de los chamanes implora.
¿Cuántas veces debo reencarnar aún,
para entender lo que mirás
sobre mi hombro
cuando no me mirás?
¿Qué inconcebibles colores
pintan tu mundo mágico y gatuno?
Dulce portal,
piadoso psicopompo
de todas las almas negras
que me atraviesan,
huidiza vieja.
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