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    El ingrediente secreto

    Dec 5, 2023

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    El ingrediente secreto
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    Bueno, ya que estamos todos reunidos ahora, les voy a contar la verdad. Porque ustedes, al parecer, no me creen un pomo. Entonces ahora que estamos todos, porque hace mil años que no nos juntábamos ni para los cumpleaños, voy a contarles cómo fue que realmente sucedieron las cosas. Fue hace aproximadamente 15 años que esto pasó, así que, depende de ustedes el creerme o no, pero yo les sugiero que me crean. En las mañanas, y como es de pasar, por la puerta de mi antigua habitación siempre entra el primer olorcito de los hornos de la panadería. Quizás, a diferencia de otras familias y de otros chicos, nosotros siempre vivimos ese privilegio de sentir los primeros aromas del pan recién salido del horno, o del almíbar conjugándose con las medialunas, despidiendo ese perfume dulzón cada mañana. Nunca me puse a pensar de lleno qué habría sido de nosotros si la panificación no hubiese sido el negocio familiar que a la larga iba a terminar de identificarnos en muchos sentidos. Pero bueno, me miran mucho, voy a tratar de ir al grano lo más posible, pero les reitero: esto es de creer o reventar. Acá empieza la historia: ¿se acuerdan del concurso que el abuelo Pepe ganó hace chiquicientos años? ¿Ese que permitió que después de tantos años de esfuerzo termine pudiendo comprar todo esto que nosotros podemos disfrutar ahora? Bueno, como se acordarán, el abuelo ganó porque consiguió cocinar la factura más rica y deliciosa de todos los concursantes. Uno había hecho un vigilante con andá a saber qué ingrediente, que al jurado no le gustó para nada. Otro se fue a lo confiable y seguro y se cocinó un pan dulce que, según muchos que presenciaron este concurso, estaba recontra delicioso. El problema fue que el premio lo anunciaron una semana después, y durante esos días todos los que habían comido ese pan dulce terminaron con una gastroenterocolitis re jodida. Y lo descalificaron porque, claro, ¿tanta coincidencia iba a haber? Justo se enferman todos pero todos los que probaron un bocado de ese pan. Pero el abuelo ganó con una medialuna bien simplona. Y si bien compartió con nosotros de generación en generación la receta para que copiemos tal cual ese saborcito, nunca pero nunca logramos igualarlo. Bueno, lo que quiero contarles, es que finalmente, y después de todos estos años, encontré la respuesta a esa gran pregunta. Paren, paren, esperen, no se me lancen encima. No me griten, porque si lo hacen no les cuento nada. Bueno, un día estaba ayudando al panadero del turno tarde a transportar unos bolsones de harina que nos había traído el proveedor. Mientras las acomodábamos, me puse a mirar el retrato del abuelo, ese que todos conocen, el que está colgado al lado del baño. Y por momentos me pareció un poco irrespetuoso tenerlo ahí, nunca pensamos en honrarlo como se debe. Fue por eso mismo, que decidí sacarlo de esa pared, y llevármelo a la habitación. Aunque sea, para limpiarlo, pasarle un trapito al vidrio, hacer que vuelva a ser transparente. Porque, no sé si se dieron cuenta, no se incluso si le daban pelota a ese cuadro, pero es un retrato muy lindo del abuelo, y pienso que como mínimo deberíamos tenerlo bien a la vista en la panadería. Imagínense: entra un cliente y ve el cuadro ahí, con el abuelo sonriendo. Van a preguntar quién es ese tipo, o quién fue, y ahí vamos a poder contarles todo lo que él hizo por nosotros. No tenerlo al lado del baño. Porque, qué hacemos, ¿vamos a pensar en el abuelo cada vez que vamos a hacer nuestras necesidades? No, señor. Y ahora viene lo que les voy a contar, que me pueden creer o no, pero se los cuento igual. Cuando me puse a limpiar el cuadro, decidí abrirlo para ver en qué estado se encontraba el retrato. Ustedes saben bien que está todo amarillo el papel. Es más, estaría bueno un día llevarlo para que lo restauren un poco, y quede en mejor estado. Cuando doy vuelta la hoja, para ver si había alguna dedicatoria o algo por el estilo, me encontré con un pequeño mensaje que el abuelo Pepe escribió en la parte de abajo. Y el mensaje decía: “el mejor ingrediente para cada receta, es pensar en la persona que más amas”. Y acá tengo el retrato del abuelo, y como podrán ver, ahí está el mensaje que dejó. ¿Será ese el ingrediente que todo este tiempo estuvimos necesitando para conseguir el sabor ideal de las medialunas? Yo no sé qué piensan, pero elijo creer en las palabras del abuelo. A veces solo nos concentramos en vender y en que nos vaya bien. Y ojo, no se los discuto, porque hoy en día necesitamos sobrevivir a todo lo que se nos presenta. Pero, creo que deberíamos disfrutar más de la parte que nos toca a cada uno cuando nos ponemos a laburar. Encontrarle la vuelta, y honrar al abuelo, porque creo que se lo merece, ¿no les parece? Poder decirle por medio de nuestros actos y en nuestro trabajo, que estamos agradecidos por todo lo que hizo por nosotros. Quién sabe, quizás la próxima medialuna que cocinemos pensando en esto, sea la más rica de nuestras vidas.

    Andrés Bustos

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