Espacio divino en el tiempo. El sol presente de los dioses con promesa eterna de un profundo amor se podía sentir desde el horizonte.
Ambos, tumbados en la arena, mirando el cielo y dibujando pequeños corazones con sus manos unidas, habían comenzado a sonreír. Existía en sus miradas un leve susurro de amor y una conexión milagrosa de sus corazones. Se hallaban en el amor mismo y mutuo del brillo de un infinito atardecer. Y, en ese instante, en el que el sol daba paso inmaculado a la luna y la noche se iluminaban por las notorias estrellas que los acompañaban, él tomó su mano y observó a su amada con miradas de amor.
Tú eres este cielo, amor mío, eres el sol puro e intenso de atardecer, eres la melodía que embellece mi vida por las noches, eres la paz majestuosa en la que mi corazón se regocija —exclamó él, acercándose a ella con dulzura y, en un detenimiento, llevó sus manos a su corazón y sonrió—. Tú eres la belleza de esta vida, ¡eres la perfecta belleza del camino de esta hermosa vida, amor mío!
Ella sonrió y de sus ojos brotaron suaves lágrimas que colorearon sus mejillas. El sol iluminó la unión de sus manos y, el amor se presentó ante ellos consagrándose en su magia: en el alma misma. Él sonrió y la observó unos instantes más. Ella exclamó poéticas palabras de amor.
Ante este sol que hoy nos acurruca y, ante este amor que hoy corre por mis venas y que nace de la fuerza misma de mi corazón enamorado, prometo amarte en su eternidad, en su majestuoso brillo que se ha convertido en la brújula de mi camino, que ha decorado mis huellas en la arena para unirse a tu caminar —enunció ella, haciendo, luego, un breve silencio—, y entregarme en cielo y plegaria a tu corazón.
Él interrumpió.
—Somos la unión perfecta del cielo y las estrellas: somos un camino, con sus huellas entrelazadas, amor mío, somos, somos y seremos, hasta la eternidad, un mismo amor hacia el sol, hacia las rosas que brotan de nuestra fuerza de amor, de nuestra gran y bendita vida compartida.
Ambos se miraron una vez más y sintieron cómo la luna se posaba sobre ellos, construyendo un caminito dorado hacia las lejanías de un perfecto destello entre el océano y la noche, hacia el destino secreto y mágico de su amor hacia el esplendor del brillo del sol.
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Agus Chiera ✨🌹
Escritora del género romántico. Autora de "La sombra de Carolina" y de "Carolina. Sol ardiente del desierto". Amor por los relatos cortos de romance 😍❤️
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