¿Viste cuando salís apurado, ansioso, y a mitad de cuadra te das cuenta de que te olvidaste algo importante, y tenés que volver a buscarlo?
Y en la caminata de vuelta pisás una baldosa floja y te ensuciás las zapatillas y el pantalón.
Pero seguís.
Y cuando estás por meter la llave en la puerta, en un torpe movimiento de dedos, se te cae el manojo al piso.
Pero seguís.
Y cuando querés meter la llave en la cerradura, te cuesta, porque la estás metiendo al revés.
Pero seguís.
Y cuando querés sacarla, te das cuenta de que ahora está trabada. Entonces la soltás, insultás al aire y respirás profundo.
Pero seguís.
Y cuando finalmente lográs sacarla, la das vuelta y volvés a meterla en la cerradura hasta abrir. Y la puerta se abre de par en par, violenta, porque en tu apuro, calculaste mal la fuerza y el picaporte golpea fuerte la pared.
Pero seguís.
Y cuando traés la puerta hacia vos, te golpeás la rodilla porque o coordinás o te apurás. Y te acordás de tu mamá, de tu abuela, de Dios, de un pato y de la lora.
Pero seguís.
Y cuando empezás a buscar eso que te olvidaste, de repente ya no está en ese lugar que imaginabas. Y revolvés todo, más apurado que antes.
Pero seguís.
Y lo encontrás, en el lugar en el que menos imaginabas que iba a estar, y te hace dudar de por qué estaba ahí y no allá.
Pero seguís.
Y encarás hacia la puerta y ahora buscás las llaves, pero no están colgadas en la pared. Y buscás en tus bolsillos, en la bolsa, en la riñonera. Y otra vez estás buscando algo que no está en donde debería estar.
Y seguís.
Y después de un rato corrés la puerta y sentís el tintineo de las llaves que dejaste puestas en la cerradura cuando entraste, apurado, a buscar eso que te habías olvidado, y que no estaba en el lugar en el que pensabas que iba a estar.
Y seguís.
Y cerrás la puerta, pero esta vez miras bien la llave para no errarle.
Y seguís.
Y caminás media cuadra, corroborando con tus dedos, que lo que te olvidaste ahora ya lo tenés en el bolsillo.
Y seguís.
Y con un saltito casi infantil, esquivás la baldosa que te ensució antes, porque ya sabés cuál fue.
Y seguís.
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