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    4. La primera comunión

    Mar 31, 2025

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    4. La primera comunión
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    LA PRIMERA COMUNION

    Una semana antes del mágico día de la primera comunión, Fátima y su mamá fueron a comprar algunas cosas para la fiesta. Como sus papás no tenían tanto dinero, usaría un vestido prestado.

    Escuchar a sus padres quejarse por la falta de dinero era lo que más odiaba ella en la vida, pero tampoco quería que eso opacara la alegría que conlleva la primera comunión. El vestido no era feo ni se notaba que ya estaba usado por una de sus primas mayores, entonces no tenía por qué sentirse mal. A pesar de lo tímida y modesta que era, estaba consciente de que era muy linda y no necesitaba muchas cosas para lucir bella.

    Repartieron las invitaciones para la fiesta, casi todas eran para familiares y las otras para amigos de sus padres que tuvieran hijos menores de 12 años. Solo le quedaba esperar el gran día, ya no podía pensar en otra cosa y en el colegio casi todas las niñas de su curso estaban así. Incluso las que no eran católicas, pero igual iban a hacer la primera comunión. Por lo menos Valeria sí era católica y estaba bautizada, aunque sus papás no fueran los católicos más devotos del mundo. Pero otras niñas ni eso.

    Laura Rosa, Ingrid, Luis Fernanda, Carolina y otras 2 niñas de cuarto B ni eran católicas, eran evangélicas o cristianas. Pero bueno, ¿Quiénes somos para juzgar? Todas querían la fiesta y el vestido. Se conoce a la primera comunión como una celebración de la iglesia católica en la que un fiel, generalmente menor de edad, participa por primera vez del sacramento de la Eucaristía recibiendo la comunión, lo que para las niñas se traduce como probar la ostia que reparten en misa. Algunos sacramentos católicos, como el bautismo, matrimonio y primera comunión, tienen una fuerte relevancia social ligada a su festejo, lo que atrae la atención de los no practicantes, quienes adoran presenciarlos o protagonizarlos y no por su verdadero significado sino por cosas más superficiales.

    Antes del gran día, todas las niñas debían confesarse con el sacerdote de la iglesia que estaba cerca del colegio, las hermanas Fabiola y Libia Rosa las acompañaron en ese proceso.

    -Deben confesar sus pecados con honestidad, si una niña miente en su confesión y el día de mañana procede a comulgar, estaría cometiendo un pecado gravísimo- les recordó la hermana Fabiola.

    -Sean honestas mis niñas- les dijo la hermana Libia Rosa- las mentiras son cadenas cuyo candado, solo Dios puede romper.

    Fátima se sentía un poco avergonzada por sus pecados; les había mentido a sus padres varias veces, había sido grosera con ellos, tal vez habría dicho mentiras en el colegio también, cosas por el estilo. Tal vez todas las niñas se sentían avergonzadas por cosas así o quizá algunas mentirían u omitirían detalles al sacerdote sin darle importancia a eso.

    - ¿Le confesaste al padre todos tus pecados? - Le pregunto Fátima a Valeria cuando ya todas se habían confesado.

    -Obviamente amiguis- dijo Valeria- y el padre me dijo que eso no era un pecado como tal, sino que yo soy una niña y no debo darme besos con nadie sino dedicarme a estudiar y honrar a mis padres. Los besos deben esperar al matrimonio.

    -Así es, debes esperar. En 10 años cuando tú tengas 19 y él 21 podrán casarse y besarse más.

    -Ese será el día más feliz de mi vida.

    El sábado a las 9 de la mañana todas las niñas llegaron a la iglesia para hacer su primera comunión. Fátima y Valeria estaban muy lindas y sus padres les tomaron fotos a las adorables amigas. El hermano mayor de Valeria fue a la misa, era alto y musculoso, tenía los ojos verdes como su hermanita; Fátima se sintió enamorada de él por unos segundos. Le resultó curioso como el papá de su amiga se veía tan viejo y la mamá tan joven. Sus padres sí se veían casi de la misma edad, lucían como una pareja normal. Qué aburrido, tal vez por eso su matrimonio parecía problemático a los ojos de la niña. La señora Angélica a sus 38 años aun lucia conservada y el señor Humberto no estaba mal a sus 39. Lina y Mauricio también fueron porque los obligó su madre.

    Luego se sentaron juntas en la misa sin prestar mucha atención a lo que dijera el padre, esperando muy ansiosas por probar la ostia. Sabia a oblea, nada especial, se sintieron un poco decepcionadas con respecto a eso.

    Después de la misa se tomaron más fotos y ambas se fueron con sus familias a sus respectivas fiestas organizadas por sus padres.

    Cuando llegaron a la casa, Lina se quedó encerrada en su cuarto, ya que volvió a escaparse del colegio y Fátima le guardó el secreto, pero su mamá se dio cuenta por otro lado y llevaban varios días peleando. Mauricio tenía 5 años y esperaba que ya empezara la fiesta para jugar con otros niños.

    Decoraron la sala de la casa con globos, un pudin de primera comunión, pasabocas, mecatos y a las 4pm empezó la fiesta.

    En medio de la fiesta, Fátima vio a un niño que hace mucho tiempo no veía. Era Julián Charris Cardona, un primo lejano.

    El niño la saludo amablemente, la felicitó por su primera comunión y le entrego un regalo de parte suya y de su abuela. La abuela materna de Julián y la abuela materna de Fátima eran hermanas. Ella recordaba muy bien a la tía Marianela. Al verse, Julián y Fátima, se reconocían, pero no eran cercanos.

    Mauricio se quedó jugando con otros primitos de su edad, en cambio Fátima nunca tenía con quien jugar en fiestas familiares. Todos eran mayores que ella como Lina y los que no, eran de la edad de Mauricio. Julián también era tímido, pero eso no les impidió ser amigos por un día; incluso jugaron al papá y a la mamá. Se escondieron en una bañera sin agua y un peluche era su hijo.

    - ¿te gustan las películas? - le dijo ella a él.

    -sí, claro.

    - ¿Has visto películas donde la gente se besa?

    -sí- dijo él apenado como si hablar de eso fuera malo.

    - ¿te gustaría besar así?

    -Claro, pero no sé cómo.

    Ella tampoco sabía cómo, pero movida por un impulso que no conocía, cerró los ojos y le dio un beso rápido, de un segundo. Después ambos se miraron a los ojos, como diciéndose algo, pero no sabían qué. Él volvió a sus labios con otro rápido besito infantil.

    -Es lo que hacen los adultos- dijo él como si el beso lo hubiese hecho entender algo.

    Y de repente la señora Angélica los fue a buscar para darles helado.

    - ¿Qué hacen ahí niños? La fiesta es afuera.

    Ellos se sintieron como si los hubiesen descubierto haciendo algo muy malo, salieron corriendo sin mirarse a los ojos, intentando ocultar su travesura.

    Esa noche Fátima no podía dormir por pensar en Julián y ni sabía por qué lo había besado si él no era tan lindo ni varonil como ningún actor de película que le gustara, solo tenía 9 años como ella, pero se notaba que cuando fuera mayor iba a ser muy lindo. Como no podía dormir prendió el televisor de su cuarto y recordó que después de las 12 en el canal 35 daban películas XXX, realmente sí se sintió bien, sintió excitación por primera vez en su vida. Pensó en Julián, quería hacer el amor con él cuando fuera grande, obviamente después de casarse.

    Se sintió culpable por criticar a su amiga Valeria antes, porque ahora ella también se besó con un primo que, aunque fuera primo lejano seguía siendo un primo. La próxima vez que se confesara debía confesar ese pecado.

    -Con él quiero casarme- pensaba ella- Fátima Lagos de Charris, suena bien.

    Una semana después, ya casi había olvidado lo de las películas para adultos, en el colegio le dio dolor de barriga y fue al baño con su amiga Valeria.

    -Me senté en el inodoro, pero no hice popo- decía Fátima asustada- ¿será que me voy a morir?

    -No digas esas cosas, intenta esto, tócate aquí con movimientos circulares-dijo Valeria tocándose sus genitales por encima de la ropa interior- es relajante.

    Fátima se sorprendió ante aquel hallazgo tan placentero, se sentía mejor que ver a otras personas haciendo el amor. El dolor de barriga se le espantó. Sonó el timbre de fin del recreo y subieron corriendo a su salón, pero Fátima no podía pensar en otra cosa. Después de pensar tanto en eso empezó a sentirse culpable, pensaba que todo eso era pecado y le pedía perdón a Dios por ver esas películas y sentir excitación siendo una niña. Tuvo un vistazo de lo que era el deleite de los corrompidos.

    María Claudia Posso Falquéz

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