Me miro al espejo ahora más que antes.
Me tomo fotos ahora más que antes.
Y me arranco la piel ahora más que antes.
A veces tomo cuchillas y las clavo en mis costillas para ver si así se drena un poco más la malilla.
Grasa, grasa, grasa.
Pasa, pasa, pasa.
Nunca se desplaza, ni con mis tenazas.
Cangrejo con caparazón de hierro, se derrite con el fuego intenso y por dentro solo queda un poco de pus, a la luz. Agoniza, rechina.
A veces coloco sondas en el ombligo de mi estómago para que desaparezca el vómito.
Algo me pasa pero nadie me ayuda y si hablo de esto, se vuelve burla.
¡Exageras! ¡Acepta lo que eres! ¡No puedo hacer más por ti!
¿Esto tiene fin?
Estoy cansado de llorar cada noche por sentir que el tiempo pasa y mi juventud me rechaza.
¡Y soy joven! ¡Aún soy muy joven! Pero me atemoriza no poder conseguir lo que de niño he soñado porque para mi nada más importa que ser amado.
No por ti, por el mundo.
Quizás eso llene un poco mi vida.
Chilla.
Entonces, ¿qué he de hacer? Solo me queda desfallecer.
Mis ojos están rojos.
Mi rostro moribundo.
Es momento de mudarse de junco.
No me queda energía más que la que derramo en esta hoja.
No me queda más, ni alegría.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión