24 de diciembre de 2025
Dec 24, 2025
Todos los años mi ilusión se desvanece. Nunca odié la navidad. Me gusta el rojo, me emocionan las luces y soy amante del vino. Es más que suficiente para disfrutar estas fechas. Pero el gran aliciente, la familia, siempre (siempre) lo destartala todo. Unos proyectan su descontento anualmente acumulado, otros su desgana, otros mala vibra, otros desaparecen, otros encuentran en ella una excusa para alimentar su ego... Cada cual vive como el resto del año: aislados, ególatras, sin pena ni gloria.
Yo ya he colocado mis adornos, hecho mi árbol (con sus imprescindibles luces de cuatro colores) y envuelto mi regalo. No habrá más agasajos. Nadie coloca una sola bola, una cinta o figura. Como cada festividad, me llega el arrepentimiento y un ápice de culpa por no ser quién de ignorar mis deseos. Pongo la estrella y me dejo caer en el sofá verde. Planeo escenarios mientras suena Falling Behind.
Por supuesto, llegan las ansiadas (temidas) cenas familiares. Gente con la que no tienes contacto durante todo el año comparte mesa contigo y cree oportuno preguntar insistentemente por tu vida privada, sobrepasando los límites de una conversación cordial superficial para meter el hocico como cerdos insatisfechos en busca de chisme. Ni Tomás se atrevió a tanto meter el dedo en la llaga. Señora, no sé ni cuántos años tiene, quién es su pareja o a qué se dedica, ni menos cuánto gana (al parecer los ingresos son objeto de conversación, si te descuidas), ni me interesa. ¿Por qué tendría usted que saber ninguna de esas cuestiones acerca de mí, si en cinco años ni la carrera que he estudiado se molestó en aprender...? Ni en semanas de ingreso en hospital llamó nadie (ni para preguntar, por si había entierro [¿demasiado benevolnete sería, quizás?]). Está claro que por preocupación no habla ... (¿qué vas a esperar? [que se calle]).
Táctica: me sentaré en la esquina, al fondo, tras la botella de rioja que bebe mi padre. Si mantengo llena mi copa, plato y boca nadie debería molestar con preguntas impertinentes (nadie con sentido común [puede que eso sea mucho pedir si el baremo indica que no reconocen el lenguaje no verbal y cargan, incansables, evidenciándote]). Y si preguntan... Bebe. Bebe y vuelve a beber. Como los peces en el río [por que se callen de una vez].
Si algún día formo una familia no podría soportar que se pareciese a esto.
Me sirvo una copa de porto. Qué bueno es el alcoholismo funcional.
Pero qué triste que el ser humano viva 80 navidades y pasar 60 amargado.
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